Glowtox: Skinvive + toxina botulinica

Cuando aplicamos Skinvive, lo que ocurre en la piel es que se inyecta ácido hialurónico ligero justo bajo la superficie, en la capa que llamamos dermis. Allí, este ácido hialurónico actúa como una esponja microscópica: atrae y retiene agua para mantener la piel bien hidratada desde dentro, lo que alisa la textura y reduce la apariencia de poros abiertos. Además, al “llenar” ligeramente esa zona, envía señales a las células llamadas fibroblastos para que produzcan más colágeno y elasticidad natural, haciendo que la piel se vea más firme y con ese brillo saludable que todos notamos en una piel bien cuidada.

Por otro lado, la toxina botulínica —o Botox— trabaja bloqueando temporalmente la comunicación entre los nervios y los músculos responsables de las arrugas de expresión. En lugar de “llenar” la arruga, simplemente hace que el músculo deje de contraerse tanto, evitando que la piel se pliegue cada vez que gesticulas. Esto atenúa las líneas que se forman al sonreír, fruncir el ceño o levantar las cejas, y permite que la piel luzca más suave y relajada.

Cuando combinamos ambos tratamientos, el beneficio es doble. El Botox relaja los músculos que causan arrugas dinámicas, lo que alivia la presión que esos movimientos repetitivos ejercen sobre el ácido hialurónico inyectado. Así, el Skinvive puede quedarse en su lugar más tiempo y trabajar sin que el músculo lo comprima, mejorando su capacidad de hidratar y estimular el colágeno.

Está indicado para:

• Adultos con signos iniciales de envejecimiento cutáneo (líneas finas y pérdida de luminosidad).
• Pieles con falta de hidratación crónica o textura áspera.
• Quienes buscan mejorar la calidad dérmica tras tratamientos de toxina botulínica, potenciando el efecto global.
• Pacientes con poros dilatados o tono desigual que desean un “efecto glow” natural.
• Personas que quieren retrasar el deterioro cutáneo y aportar firmeza sin recurrir a rellenos profundos.

Los resultados del tratamiento con Skinvive incluyen una mejora notable en la hidratación y la textura de la piel, con reducción de líneas finas y poros más finos, así como un aumento en la luminosidad (“efecto glow”) y la firmeza dérmica. Estudios clínicos y reportes de pacientes muestran que, desde las primeras semanas, la piel luce más suave y radiante al mantener la humedad a nivel intradérmico.

Los efectos suelen mantenerse aproximadamente siete meses después de una sesión óptima. Aunque la mayoría de los pacientes observan beneficios durante todo ese período, existen reportes que señalan que en ciertos casos los resultados pueden prolongarse hasta nueve meses, dependiendo de factores como el metabolismo individual, el estilo de vida y el cuidado posterior al tratamiento.

En cuanto a la toxina botulínica, los efectos de paralización parcial de la musculatura de la zona aplicada puede durar de 3-4 meses, también variando a cada paciente.